BIOGRAFÍA

BIOGRAFÍA

Una pasión
hecha profesión.

«Si te digo que jamás pensé en dedicarme a la danza, no me creerías. ¡Yo iba a ser fotógrafa! «


Más de 20 años de historia profesional

«He pasado por demasiadas cosas, pero todos esos momentos me han hecho construirme y ser quien soy»

Comencé a dedicarme a la danza casi sin pensarlo.

Cuando quise darme cuenta estaba pagando mi equipo fotográfico con actuaciones de danza.

Desde muy pequeña, siempre mostré un gran interés por el arte. Disfrutaba haciendo rompecabezas, pintando, posando y disfrazándome. Mi familia reconoció esas cualidades en mí y nunca pusieron objeciones a que desarrollara mis habilidades. Recuerdo que, a los 9 años, me encerraba en mi habitación imitando a Shakira y sus movimientos. A los 10, me presenté por primera vez en los Playbacks del camping donde veraneaba con mi familia, y rápidamente comencé a captar la atención por mis movimientos, logrando el primer lugar cada vez que competía. Me encantaba crear el vestuario junto a mi madre, imaginar los pasos que iba a realizar en el escenario y, cuando llegaba el momento, me sumergía en mi propio mundo, improvisando cada movimiento. Tengo la suerte de haber guardado esos recuerdos en video, ya que mi padre se encargó de grabar todos esos momentos. A los 11 años, empecé a tomar mis primeras clases de baile, que, adivina, fueron de danza del vientre. Después probé las típicas clases de hip hop y funky, pero nunca encontré algo que me apasionara tanto como mover las caderas.

A los 13 años, con la llegada del reggaetón a España, empecé a sentir una conexión más profunda con algo que ya me apasionaba, aunque no fue hasta años después que logré identificarlo. La afición de mi padre por la fotografía me llevó al mundo audiovisual, tanto que siempre pensé que esa sería mi profesión.

A los 14 años, conocí a una de las personas más significativas de mi vida, un amor que solo pude compartir durante un año, ya que después regresó a su país. Esta situación me impulsó a capturar cada momento que vivimos juntos, creando videos que editaba con música. Este proceso fue crucial, ya que fue el inicio de mi aprendizaje en edición de video y fotografía.

Al finalizar el bachillerato artístico, decidí estudiar la rama superior de fotografía, y fue en ese momento cuando la danza se convirtió en una parte central de mi vida. Sin darme cuenta, había empezado a financiar mi equipo fotográfico a través del dinero que ganaba en mis actuaciones de danza.


Tener la combinación entre la danza y la fotografía me hizo dar en el clavo.

Desde muy joven comencé a grabarme y a editar mis propios videos de una forma artística, creando auténticos videoclips.
El video que ves arriba es mi proyecto final de fotografía «Cuerpos de baile»

Mientras estudiaba fotografía, descubrí por casualidad la música jamaicana. Fue al cumplir la mayoría de edad, en una noche en la discoteca Kiara, cuando comprendí que el género que me apasionaba se llamaba Dancehall. Justo un año antes, había comenzado a tomar clases de ballet y a ganar flexibilidad, lo que, combinado con mi amor por mover las caderas, me llevaba a desinhibirme abriéndome de piernas y agitando mis caderas en medio en la pista de baile. Lo curioso fue darme cuenta de que las Dancehall Queens hacían exactamente lo mismo que yo. En ese instante, me planteé: ¿Será que es esto?

Así que antes de terminar mi ciclo de fotografía, ya estaba preparándome para entrar al conservatorio de danza.

Para mí, tenía mucho sentido estudiar danza si deseaba ser bailarina profesional. Así que, sin pensarlo demasiado, a los 19 años (una edad algo tardía para lo habitual), realicé las pruebas de acceso y entré al conservatorio de danza, compaginando mis estudios con mi inicio y ascenso en el mundo del Dancehall.

Esa etapa fue enriquecedora, pero también muy dura. Mientras ganaba reconocimiento en el ámbito del Dancehall, el conservatorio se volvía poco a poco un infierno. Mi tercer año fue una pesadilla, cada día salía salía llorando recordando que no valía, debido a una profesora que se encargaba de socavar mi autoestima, señalando mis piernas «gordas» y obligándome a elegir entre el Dancehall y el ballet.

La situación fue tan estresante que terminé desarrollando cálculos en la vesícula biliar, lo que me llevó a una operación a los 22 años. Esta intervención me hizo perder un mes de clases en el conservatorio, lo que fue suficiente para que esta profesora me suspendiera y me forzara a repetir el año o abandonar.

Así que me marché.

Busqué otras opciones y encontré un conservatorio más abierto de mente donde estudié durante un año más.

El inicio de 2013 fue un año muy intenso, tanto que mi cuerpo decidió pararme. Me fracturé un pie antes del verano, justo cuando estaba a punto de comenzar una gira por Italia, Canarias y otras localidades, lo que me obligó a hacer una pausa. Sin embargo, esta experiencia resultó ser un respiro y un gran aprendizaje donde poner en balanza las cosas que no estaban llenando mi vida.

Sin embargo, lo que venía en 2014 iba a ser absolutamente increíble. En el invierno de 2013, representé a España en el Campeonato Europeo de Dancehall Queen, donde obtuve el tercer lugar. Poco tiempo después fui a Rusia a competir en una competición de Booty shaking (así le llamaban al twerk entonces) donde gané a la mismísima Fraules.

Pocos meses después, un evento que cambiaría mi vida casi de inmediato ocurrió: la empresa MTV se puso en contacto conmigo para realizar un anuncio publicitario de Twerk relacionado con Miley Cyrus. La química con la productora fue tan buena que decidimos crear un tutorial de Twerk, el cual se volvió muy viral y motivó a muchas chicas a comenzar en este estilo alrededor del mundo.

Y, sin esperarlo, a finales de 2013, la empresa Interviú me entrevistó para un artículo sobre el Twerk y me propusieron hacer una portada para su revista. ¿Te lo puedes creer? ¡Tenía solo 23 años!

El hecho de que yo saliera en la revista no gustó a todo el mundo, y todo el mundo se vio con muchas ganas de opinar acerca de lo que yo hacía o dejaba de hacer con mi cuerpo. De hecho fue en este momento en el que decidí marcharme definitivamente de la Crew con la que había compartido los dos años anteriores.

Y fue ahí donde comenzó mi tormento.

Porque si es cierto que la vida comenzó a sonreírme tras mi partida del grupo, fue el propio grupo el que se encargó de hacerme la vida imposible cada vez que iba a bailar a algún sitio, sacaba un video o hacía cualquier tipo de intervención.

Pero como yo siempre pensé que «podía con todo» continué sonriendo y haciendo mi trabajo. De hecho en 2014 abrí la primera escuela de Dancehall y Twerk de España DANCEHALL CENTER y en 2015 obtuve la 5º posición del campeonato mundial de Dancehall Queen en Jamaica.

Pero al final, todo termina desgastando, el machaque no terminó hasta casi entrado el 2019 (que yo supiera) y fue más o menos por esa época en la que yo reventé y me deprimí, cerré la escuela, cambié un montón de hábitos y comencé un retorno a mi.

Y aquí estoy años más tarde, contando mi historia como si de un libro se tratara. Llena de energía y sanada hasta la última cicatriz, porque a veces todo lo que necesitamos es frenar para valorar lo que nunca se tuvo que hundir y cuidarnos, cuidar nuestro espacio, nuestra autoestima y nuestro ser.

Ahora soy muy feliz con mis clases, acompañando a cientos de chicas en su camino a ellas, conectando con sus cuerpos dando el espacio de seguridad y confianza que yo nunca tuve, empujando y apoyando como a mi nunca me apoyaron, porque creo en la bondad de la gente, y creo firmemente que no hay necesidad de hacer daño a nadie para poder seguir creciendo.

Creo que es por eso que mis clases son un trocito de amor, un lugar en el que cada persona encuentra una manera de sanarse y encuentran el espacio para sanar las cicatrices sin que nadie se encargue de abrir más la herida. ¿Es esto terapéutico? No lo sé, pero amo ver como cada alumna sale renacida de cada clase, confiando cada día un poquito más en que si, se puede.

Iria & Irie

AIRIE

Durante toda mi vida sentí que Irie Queen era una persona diferente a mi, parece absurdo decir esto pero me sentía completamente disociada. Quizá este sentimiento se debió a pasar por una etapa muy oscura de acoso y difamación que sufrí, para mi fue más sencillo pasar por esa etapa ocultada tras la mascara de Irie. Al cabo de los años y con mucha ayuda comprendí finalmente que no había Irie sin Iria y viceversa, fue en ese momento en el que comprendí que AIRIE era yo en toda esencia.

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